A la espera de
que España solicite el que sería su segundo rescate en meses y después de que
Chipre se uniera el pasado julio a la lista en la que ya estaban Grecia,
Irlanda y Portugal, aún quedan candidatos para reclamar ayuda a los socios
europeos. El próximo podría ser Eslovenia. La antigua república yugoslava representa tan solo
un 0,4% de la economía de la Eurozona, por lo que un programa de asistencia,
que podría rondar los 1.000 millones de euros, no supondría por sí mismo un
gran problema. Pero sí contribuye a aumentar el pesimismo en un continente en
el que se agolpan las malas noticias en torno al
futuro de la moneda única.
La recesión
eslovena se agrava. El pasado viernes se hizo público que el producto interior
bruto (PIB) cayó durante el segundo trimestre un 3,2% respecto al mismo periodo
del año anterior, con un importante descenso de las inversiones y del consumo
doméstico. El desplome sorprendió a los analistas por su magnitud. Las
exportaciones, base de la economía del país, también retrocedieron. “Hay cada
vez más síntomas de que el rescate es inevitable”, asegura Mojmir Mrak,
profesor de Finanzas Internacionales en la Facultad de Económicas de Liubliana.
El primer
ministro, Janez Jansa, que el pasado
mes de junio dijo que el país corría el riesgo de caer en un “escenario a la
griega”, ha asegurado que el Gobierno está haciendo todo lo necesario para
encontrar una solución y evitar la humillación de pedir ayuda externa.
Pero los
intereses de la deuda a diez años se han disparado hasta el 7%, en una historia
que recuerda mucho a lo acontecido en Atenas, Dublín o Lisboa. El viernes los
tipos de esta deuda se situaron en el 6,9%, nivel similar al de la española.
Créditos fallidos
Como en el caso
de la economía irlandesa —y hasta cierto punto la española—, el desencadenante
de la crisis hay que buscarlo en el sector financiero. Los tres grandes bancos,
en los que el Estado tiene la mayoría o una gran parte del capital, han visto
cómo aumentaba la proporción de créditos fallidos a medida que la crisis se
hacía más y más grande.
La explosión de
burbuja inmobiliaria hundió el PIB un 8% durante 2009. El Gobierno se ha visto
obligado a inyectar 380 millones de euros en Nova Ljubljanska Banka, la mayor
entidad financiera del país de Europa central, lo que equivale al 1% del PIB de
Eslovenia.
Siguiendo el
patrón ya conocido en los socios que han pedido ayuda a Europa, el agujero
bancario contagió al poco tiempo las finanzas públicas. La deuda pública, que
en 2007 aún registraba un envidiable 30% sobre el producto interior bruto, se
ha disparado en muy poco tiempo, hasta alcanzar el 50% actual. Aunque aún está
a una distancia estratosférica de países como Grecia o Italia, su evolución es
preocupante.
La tasa de
paro, aunque ha aumentado en los últimos años, aún está por debajo de la media
europea. En julio, la tasa de desempleo se mantuvo estable en el 8,1% de la
población activa, según los datos de Eurostat, la oficina estadística comunitaria.
Recortes
El Gobierno ha
querido cortar la hemorragia con la adopción de un paquete de medidas que han acabado
pagando los dos millones de habitantes de este país algo más pequeño que la
Comunidad Valenciana. Entre otras decisiones, se ha rebajado el sueldo de los
funcionarios y se han recortado servicios sociales. Con estos ajustes, la
coalición de centro-derecha que gobierna el país pretende ahorrar unos 800
millones de euros después de que el déficit se disparará el año pasado hasta el
6,4% del PIB.
“Las decisiones
aprobadas en mayo van en la buena dirección. Pero no hay duda de que harán
falta nuevas medidas para el Presupuesto de 2013. El Gobierno deberá reducir
gastos, para lo que tendrá que echar a funcionarios o bajarles más los sueldos.
También tiene margen de maniobra para aumentar los ingresos subiendo el IVA o
los impuestos sobre la propiedad”, sostiene el profesor de la Universidad de
Liubliana.
Además, está
previsto que el Ejecutivo de Jansa presente en las próximas semanas una nueva
reforma de las pensiones y del mercado laboral.
Eslovenia fue
el primer país del otro lado del telón de acero que entró en la unión
monetaria, en 2007. Tan solo cinco años después de que el euro sustituyera al
tólar, está en una situación límite. La amenaza de una segunda recesión que
sobrevuela Europa es la peor noticia que podía recibir un país pequeño y muy
dependiente del sector exportador, centrado sobre todo en Alemania, Austria,
Italia y Francia. La suerte de los eslovenos está ligada a la del resto del
continente.
Fuente: El Pais
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