Es la compañía "online" china que le esta comiendo los caramelos a Ebay y Amazon.
No es habitual que grupos organizados de turistas
estén interesados en visitar las instalaciones de una empresa. Menos aún en
Hangzhou, una ciudad de historia milenaria bendecida con un lago de belleza
legendaria. Pero Alibaba no es cualquier
cosa, y no sólo por el diseño psicodélico de su cuartel general. Emplea a
25.000 personas en seis países, y da servicio a internautas de más de 240
estados y regiones. Representa el ímpetu de la Nueva China, y los rebaños
humanos que siguen al pastor armado con una bandera roja y un megáfono quieren
conocer el secreto del mercado virtual en el que cada minuto se venden 36
teléfonos móviles, 85 libros, 800 prendas de vestir, y otros tantos productos
cosméticos.
Es el corazón del gigante del comercio electrónico
chino, un sector que vive un ‘boom’ sin precedentes. El año pasado, más de 400
millones de internautas -de un total de 513 millones- realizaron transacciones
en el ciberespacio por valor de 7 billones de yuanes (886.000 millones de
euros), un 46,4% más que en 2010. “Y esto es sólo el principio”, asegura
entusiasmado Li Junlin, vicepresidente del grupo Alibaba. Sin duda, su empresa
está en una posición privilegiada para darle el bocado más grande a este jugoso
pastel que todavía no ha salido del horno. Porque el ‘proyecto de desarrollo de
la industria de Internet’, recogido en el 12º Plan Quinquenal del país, prevé
que en 2015 el volumen de negocio ‘online’ sea de 18 billones de yuanes (2,27 billones
de euros).
Para comprender la efervescencia con la que se mueve
el dinero en el ciberespacio chino basta una mirada rápida a la gigantesca
pantalla de control en la que se muestra la actividad de los diferentes
portales del grupo Alibaba. Miles de puntos destellan por toda la geografía del
Gran Dragón, sobre todo en la costa este, y un mapamundi gira en el centro de
la pared LED mostrando algunas de las consultas y adquisiciones de usuarios
extranjeros. “Visitante de Mumbai, India, busca generadores diesel”. España
todavía duerme y aparece como una mancha oscura, pero en América todavía no se
han ido a la cama. “Visitante de Littleton, Estados Unidos, busca válvulas para
cocinas de gas”. La fábrica del mundo no descansa.
En las oficinas de Alibaba no hay mucho espacio para
los pasatiempos al estilo ‘cool’ de Google. Están demasiado ocupados en tratar de liderar el
comercio electrónico mundial. “Taobao -la rama de consumo
del grupo- ya lo ha conseguido. Su volumen supera el de Ebay o Amazon. Tenemos más de 800 millones de productos listados, y 370 millones de
usuarios registrados. De hecho, es una de las 20 páginas web más visitadas del
planeta”, asegura, orgulloso, Li. “Es una muestra del dinamismo que tiene el
sector privado chino, ya que Taobao engloba a pequeñas empresas e individuos
que quieren hacer negocio, y que dan así impulso a la economía de China”.
En un país en el que los cambios se suceden a la
velocidad de la luz, los consumidores se han acostumbrado ya a dejar los fajos
de billetes en el banco y a gastar su dinero en código binario. Hu Yuan, una
joven de la ciudad oriental de Nanjing, resume la nueva mentalidad en una
frase. “En Taobao tengo acceso a todos los productos del mercado desde casa,
puedo comparar los precios, no necesito regatear, y sólo pago si quedo
satisfecha”. Porque Alibaba también ofrece su propio sistema de pago: Alipay.
La versión china de Paypal contaba en diciembre del
año pasado con 650 millones de usuarios y el 11 de noviembre batió un récord al
cerrar 33,69 millones de transacciones por valor superior a los cien millones
de euros en 24 horas. “No solo reduce el riesgo de los clientes, también sirve
para conocer si están satisfechos con los productos adquiridos”, explica Li.
“Cuando comencé a usar Taobao tuve algún encontronazo que otro. Me llegó un
producto de calidad inferior a la esperada y no pude devolverlo porque ya había
pagado mediante transferencia bancaria. Ahora no apruebo el pago hasta que he
inspeccionado la mercancía, y así tengo total confianza en el sistema”, cuenta
Hu.
Muchos piensan como ella. De hecho, Taobao alcanzó tal
tamaño que Alibaba tuvo que dividir la empresa en tres. “Había demasiada
confusión porque en el mismo sitio estaban las empresas que daban un buen
servicio y calidad, y las que no tienen un estándar muy elevado”, reconoce el
vicepresidente. Para servir a las primeras el año pasado nació Tmall, un portal
que ya se ha convertido en el comercio líder del país con una cuota de mercado
del 50%.
Para algunas empresas Tmall ha supuesto la salvación.
Es el caso de Wang Xiaolei, propietaria de una pequeña tienda de ropa en la
megalópolis de Chongqing, en el centro sur de China: “La ubicación no es muy
buena y el negocio no iba muy bien, así que seguí el ejemplo de un amigo y me
registré en Tmall. Desde entonces mis ventas se han disparado y ‘online’ coloco
el 85% de la facturación. La mentalidad de la juventud ha cambiado, y hay que
reinventarse”.
Alibaba es buen ejemplo de ello. “Nos acusan muchas
veces de copiar lo que llega de Occidente, pero creo que innovamos y que nos
adaptamos incluso más rápido”, opina Li. No en vano, Alibaba.com nació en 1999
para facilitar el acceso de la Pyme de todo el mundo a las manufacturas del
gigante asiático. Pero en una década China se ha transformado en el mercado más
apetecible, y para aprovechar esta coyuntura Alibaba ha lanzado 1688.com,
dedicada al comercio interno, y aliexpress.com, que permite a los comerciantes
más pequeños de cualquier parte del globo comprar cantidades modestas de
productos y recibirlas rápidamente. Por si fuera poco, el conglomerado se ha
atrevido incluso con el mercado de ‘smartphones’, y ya ha vendido un millón de
unidades de su ‘Aliyun’, que funciona con un sistema operativo propio.
Así se entiende que, en plena crisis, Alibaba se ponga
como objetivo superar al líder estadounidense WalMart con Taobao y Tmall en un
plazo de tres a cinco años. “Para entonces esperamos alcanzar los 3 billones de
yuanes (379.000 millones de euros) en transacciones. Este año ya cerraremos con
un billón (126.000 millones de euros)”, apunta Li. Pero no es oro todo lo que
reluce, y Alibaba también tendrá que limpiar su casa de los productos falsos
que la salpican aquí y allá, y lidiar tanto con la creciente competencia local
como con los recurrentes escándalos que afectan a proveedores y consumidores.
No obstante, aseguran sus directivos que en la cueva de Alibaba ya no hay
ladrones.
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