¡El Gobierno va a crear un banco malo!. El titular puede crear confusión en incluso provocar algún
chiste fácil. Según declaró el ministro de Economía, Luis de Guindos, el Memorándum de Entendimiento (documento en el
cual Bruselas fija las condiciones al sector financiero a cambio de la ayuda de
hasta 100.000 millones de euros)
obligará a España a crear un «banco malo» y a elevar los ratios de
capital de las entidades, previsiblemente hasta el 9%. Pero, ¿qué es
exactamente un banco malo?
El banco es
malo porque se convierte en el
contenedor donde el Estado y/o las entidades acumulan los desechos del sector
financiero para luego liquidarlos. En otras palabras, el «banco malo» es
un organismo bien público, bien privado —o de financiación mixta, dependiendo
del modelo—, donde las entidades van depositando todos sus activos tóxicos, en
el caso de España los ligados al negocio inmobiliario.
El mecanismo es
el siguiente: el «banco malo» compra
todos aquellos créditos y activos poco rentables que poseen los bancos a un
precio determinado que puede diferir de su valor en mercado. El resultado es
que las entidades bancarias quedan liberadas del peso de estos activos tóxicos,
vuelven a disponer de liquidez y, en principio, pueden dedicarse a su negocio
tradicional: dar crédito. Los bancos
del país se sanean y se convierten en «bancos buenos», ya que todo lo negativo que pudieran tener ha
sido aparcado en la sociedad de gestión de activos o banco
malo.
Una vez
enajenados esos activos, la sociedad se liquida con pérdidas o ganancias, que
deberán asumir el Estado y/o las entidades, dependiendo de quién financiase la
creación del banco malo.
Otros bancos malos
La experiencia
no es nueva en Europa. Ya se crearon
«bancos malos» en otros países como Irlanda, Alemania y Suecia, entre otros, solo que con modelos
distintos. La principal diferencia es la vía de financiación y si el «banco
malo» aglutina los activos de todos los bancos o se crea una sociedad por cada
entidad.
La Agencia
Nacional de Gestión de Activos (NAMA, por sus siglas en inglés) fue el banco malo irlandés, creado en
2010 para aglutinar todos los préstamos inmobiliarios tóxicos de todas las
entidades del país. Esto es, un banco malo para todo el sector. NAMA pagó cerca de 32.000 millones de euros por
la cartera de inmuebles mientras que su valor contable asciende a unos 74.000
millones de euros. Sin embargo, la
jugada no le ha salido tan bien a Irlanda como ella quería.
La NAMA señaló
el pasado lunes que «no espera cumplir la previsión que realizó en su
constitución de obtener un beneficio de 1.000 millones de euros en 2020».
Además, el presidente ejecutivo de la citada agencia, Brendan McDonagh, afirmó
ayer ante un comité parlamentario que «el
escenario base es entrar en números negros» dentro de ocho años. El rescate
de sus entidades financieras costó además a Irlanda su salvamento financiero
por parte de la Unión Europea y el FMI en noviembre de 2011.
El panorama es
parecido en Alemania, donde el «banco malo» del nacionalizado Hypo Real Estate (HRE) causó al Estado alemán
unas pérdidas de casi 10.000 millones de euros en 2011, según informó
Múnich. Pérdidas que al parecer se achacaron a las amortizaciones de títulos
griegos, y que serán asumidas por el fondo alemán de rescate para los bancos
(SoFFin). Berlín creó un banco malo por
cada entidad que así lo necesitaba.
Suecia, durante la crisis financiera que sufrió en los años 90,
creó también una sociedad para cada una de sus entidades en problemas, Gotabank
y Nordbankenque. Aunque con resultado bien distinto: al cabo de cinco años los pudo liquidar con beneficios.
El modelo para
España aún está por decidir. Esperemos que en cuanto a resultados se parezca
más a Suecia, que a Irlanda o a Alemania.
Fuente: www.abc.es
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