Los 2.000 obreros de Renault en la ciudad argentina de Córdoba fabrican
los modelos Symbol, Clio, Fluence y Kangoo que se venden en su país y en
Brasil. Este mes deberán tomarse cinco días y medio de descanso obligatorio. La
compañía francesa ha decidido suspenderlos ante la caída de la demanda
brasileña y la brusca desaceleración de la de Argentina. Durante esas jornadas
de suspensión cobrarán el 75% de la nómina. El caso de Renault es solo un
ejemplo de los efectos que está acarreando la pérdida de ritmo del crecimiento
económico de Latinoamérica en 2012. Claro que en un contexto de incertidumbre
financiera global y de riesgo de colapso de la zona euro, más de un analista
considera que la economía latinoamericana no está nada mal. Podría estar peor.
Aunque también podría andar mejor.
Después de recuperarse de la Gran Recesión mundial con un crecimiento
del 6,1% en 2010, a un ritmo similar al del este de Asia, se expandió el 4,3%
el año pasado. El Banco Mundial, en su panorama económico de mitad de año, pronosticó que la variopinta
Latinoamérica, que está lejos de conformar un bloque uniforme, crecerá un 3,5%
en 2012 por el debilitamiento del entorno global, los altos precios del
petróleo, las limitaciones de capacidad productiva de algunas economías y el
arrastre de la desaceleración de la segunda mitad de 2011. Para el año próximo,
el banco prevé que la región recupere intensidad y se expanda al 4,1%, de la
mano, en parte, de la inversión en infraestructuras que deberá reforzar Brasil,
primera economía latinoamericana, para la celebración del Mundial de fútbol de
2014 y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro de 2016.
La Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que se distingue del Banco Mundial por una visión más
heterodoxa de la economía, destacó en su reporte semestral que pese a la alta
incertidumbre y volatilidad global, la región crecerá este año al 3,7%, tal
como calculaba a principios de 2012.
La economía europea está estancada, pero la de EE UU crece en forma
moderada y China se desacelera, pero del 10% de 2011 a un nada despreciable 8%.
La CEPAL prevé que el paro baje del 6,9% en 2011 al 6,5%, cerca del mínimo
histórico, y destaca que la inflación desciende del 7% al 5,5% actual. En
cambio, en el mundo financiero son menos optimistas. Por ejemplo, el banco Credit Suisse First Boston (CSFB) rebajó en su último informe trimestral su
pronóstico de expansión de Latinoamérica del 3,3% al 3% en 2012 y del 4,1% al
3,8% el año próximo.
Además advierte sobre una inflación en Argentina y Venezuela superior al
25%, que solo ha sido socialmente tolerable por los aumentos similares de la
nómina.
“Latinoamérica es como club de fútbol que se contenta con estar en
Segunda División”, lamenta el chileno Gabriel Palma, profesor de Economía de la
Universidad de Cambridge. “No tiene la ambición asiática de subir a Primera. No
creo que crezca este año el 3,7% porque Brasil está estancado. Por eso su
Gobierno ahora sube el gasto, baja el tipo de interés y devalúa. Al final ha
adoptado una política económica activa y ha dejado de esperar que el mercado
resuelva los problemas. Latinoamérica crecerá este año el 3%, en el mejor de
los casos, si los precios de las materias primas se mantienen en niveles
históricamente altos, aunque no sea en los máximos. Pero no necesariamente los
precios se mantendrán altos. Un escenario de crisis no tendría suelo. Si uno
mira el escenario internacional, no hay que minimizar un crecimiento del 3%,
pero es mediocre y vulnerable”, advierte Palma, preocupado por la
desindustrialización.
El profesor de Cambridge basa sus temores en cuestiones estructurales,
en la dependencia sudamericana de los productos básicos. “Latinoamérica ha
tenido desde 2004 una bonanza única de las materias primas y se ha ajustado a
los precios altos como si fueran permanentes, por la demanda de China e India.
Y se ha ajustado por consumo, tanto público como privado, y prácticamente nada
por inversión. Entonces ha habido exportaciones dinámicas, un sector financiero
con un desarrollo muy fuerte por el ingreso de capitales y servicios que han
generado empleo. ¿Pero este crecimiento es sostenible? ¿Es una forma de crecer
rápido en el largo plazo? Si los precios de las materias primas vuelven a
niveles normales, como los de 2003, habrá un deterioro de la cuenta corriente
tan brutal como en la crisis latinoamericana de 1982. Los precios pueden caer
porque hay mucha especulación”, alerta Palma, que sitúa a su país entre los más
vulnerables a un abaratamiento de las cotizaciones de los productos básicos.
Pese a la medianía del crecimiento latinoamericano, tanto Palma como su
colega argentino Alfredo Calcagno, de la Conferencia de Naciones Unidas sobre
Comercio y Desarrollo (UNCTAD), confían en que la región puede seguir reduciendo
la pobreza. “Se puede crecer menos y distribuir mejor, con políticas activas
como en Brasil, Argentina, Chile y México”, se refiere Calcagno a las
subvenciones directas a las familias pobres.
Los países emergentes en general están mejor que los desarrollados
porque “no siguen las políticas de ajuste fiscal, han aprendido de sus crisis
de finales de los noventa y principios de los 2000, no tuvieron burbujas
bancarias ni inmobiliarias y han acumulado reservas internacionales”, según
Calcagno. Gracias a la bonanza de las materias primas y las políticas propias,
Latinoamérica puede afrontar la actual incertidumbre financiera mundial con una
receta contracíclica, según concuerdan Calcagno y el último informe de la
CEPAL. Además, ante la menor demanda de Europa y Asia, “los países
latinoamericanos se fijan más en sus mercados internos y en el regional”,
señala el analista.
“He estado en estos meses en Quito, Río de Janeiro, Caracas, Bogotá y
vivo en México, y no noto en la calle problemas de una mayor desaceleración”,
comenta el economista peruano Óscar Ugarteche, profesor de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM). “Por la crisis, el capital europeo va a
venir a Latinoamérica, África y Asia, y habrá que tener cuidado con los
capitales de corto plazo porque un día se pueden retirar en forma brusca y
pueden deteriorar el tipo de cambio. En esto, el país más expuesto es Brasil.
Eso sucederá el día en que suban los tipos de interés en EE UU y entonces se
acabe el auge de las materias primas, pero eso no lo veo pronto porque la
economía norteamericana está complicada, y la europea, aún más”, opina
Ugarteche. En su visión, las fortalezas de la región radican en que algunos
países han mejorado la redistribución del ingreso y han fortalecido su mercado
interno, como Argentina, Brasil y, en menor medida, Chile, Colombia, Venezuela
y Bolivia. Pero Ugarteche advierte de los riesgos que supone un acotado
comercio entre los países de la región, como le sucede a Chile, Perú, Ecuador o
Venezuela.
En el primer trimestre de 2012, las autoridades de la región adoptaron
decisiones para velar por la estabilidad financiera, según la CEPAL. “Las
autoridades de Bolivia, Paraguay y Perú adoptaron medidas de regulación de los
depósitos en moneda extranjera. Se regularon las actividades bancarias mediante
la modificación de las normas sobre capital mínimo exigido a las instituciones
financieras en Argentina y Uruguay, la imposición de restricciones a la emisión
de obligaciones negociables en Brasil y Uruguay, nuevos criterios de determinación
del encaje legal de los depósitos a la vista en Brasil y otras medidas
vinculadas al financiamiento hipotecario, como la introducción de nuevas
regulaciones aplicables a los bonos hipotecarios en Chile y la revisión de las
metodologías empleadas para determinar las tasas de interés vinculadas al
crédito hipotecario en Colombia”, enumera el organismo regional de la ONU.
La CEPAL no descarta un escenario externo peor si la crisis bancaria y
de deuda soberana se agrava en España e Italia. “Esta situación supondría una
fuga o huida hacia la calidad o seguridad de los flujos financieros, que se
expresaría en una interrupción de su afluencia a la región, el retiro de
depósitos e inversiones de cartera y la suspensión de líneas de crédito
bancarias en el exterior. Aumentaría la necesidad de liquidez, especialmente en
divisas, y se producirían caídas en los mercados de valores y una depreciación
de las monedas”, enumera el organismo que dirige la mexicana Alicia Bárcena. En
un escenario así, los obreros como los de Renault en Argentina se hallarán en
vicisitudes mucho mayores que las actuales.
Mas información en: www.elpais.com/economia
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