Fuente:
elEconomista.es
El tema de una posible ruptura del euro ha dejado de
ser un tema tabú para convertirse en el centro de debate de analistas,
economistas y participantes de mercado.
La presión ejercida por el mercado sobre la deuda
soberana española, que ha alcanzado niveles de rentabilidad no vistos desde
1997, ha trascendido a la italiana, y con ellos se pone en jaque a la tercera y
cuarta economía de la Eurozona.
Por si fuera poco, Grecia volvió a la palestra por lo
mismo de siempre: parece que no van a lograr, esta vez tampoco, los objetivos
marcados en los compromisos del último rescate, y por ello el FMI se ha
adelantado con la advertencia de que no pondrá ni un solo euro más en el país
heleno. Por supuesto, Alemania también
se niega a más rescate griego y las voces de sus políticos son cada vez más
clamorosas para una salida de este país de la zona euro. Una vez
superada la gran prueba que supusieron las elecciones griegas, aparece este
otro gran obstáculo para cuya superación no quedan energías suficientes.
Inacción
En medio de este escenario de ruptura, surgen voces
que intentan dirigir las intenciones por los caminos que el mercado desea.
Wolfgang Schäuble, antes de irse de vacaciones, ha instado a los países a
cumplir los compromisos de la última cumbre europea para que se pueda llevar a
cabo cuanto antes una unión bancaria y que los bancos puedan ser rescatados o
atendidos directamente por el fondo de estabilidad. Alemania, como siempre, una
de cal y otra de arena.
Pero, como ya he apuntado, lo dice antes de irse de
vacaciones y las medidas necesitan ser tomadas ayer mejor que mañana. La inacción que caracteriza a la burocrática
Europa sigue estando ahí.
También nos ha sorprendido las declaraciones de
Nowotny, miembro del BCE con una idea novedosa -curiosamente parecida al primer
intento de rescate bancario propuesto por el Gobierno español- que consiste en
otorgar una licencia bancaria al fondo de estabilidad para que éste pueda
operar en el mercado comprando deuda soberana de países con problemas y con
ella acudir a la financiación del BCE.
Vueltas y vueltas para volver a lo mismo, que el BCE
compre directa o indirectamente la deuda pública amenazada, como lo hacen sus
equivalentes en EEUU e Inglaterra y acabemos de una vez por todas con tanta
tensión innecesaria. Pero será difícil hacer pasar el gato por liebre a observadores
tan estrictos y meticulosos como son los miembros del Bundesbank y el propio
Draghi, quien ya se ha manifestado en contra de esta posibilidad.
No obstante, ha
aparecido un elemento nuevo en este complicado esquema: la agencia Moody's
advierte a Alemania que su deuda puede ser rebajada, precisamente por
algo de lo que se quieren desentender, por la caída de los precios de los bonos
periféricos y el efecto contagio a su propia economía. De hecho el bono alemán
10 años ha sufrido un retroceso en su imparable subida tras conocerse la
noticia. Es posible que Alemania cambie de actitud si se ve en peligro, y con
ello la propuesta de Nowotny deje de ser tan extraña.
Las posibilidades siguen abiertas y la volatilidad del
mes de agosto queda garantizada.
Buena noticia
El euro ha seguido cayendo hasta muy cerca del soporte
psicológico de 1,20 y, como indica el profesor de Harvard Martin Feldstein en
un artículo publicado en Financial Times, quizás ésta sea la única buena
noticia.
Efectivamente, uno
de los principales problemas que han impedido el progreso de las economías
europeas en los últimos años de crisis ha sido la fortaleza de su divisa. Muchos países han perdido su competitividad y sólo ahora que, tras un año, la
divisa única ha perdido un 30 por ciento de su valor, vemos que el sector
exterior empieza a remontar tímidamente de su letargo. Tampoco le viene mal a
Alemania para sus exportaciones, que se están viendo afectadas por la
desaceleración mundial.
La última medida tomada por el BCE de no remunerar los
depósitos de los bancos en las cuentas del banco central es una de las razones
que han incidido de manera más clara en la debilidad que estamos presenciando
en las últimas semanas. Algunos bancos con liquidez que no quieren emplearlas en
préstamos ni al sector privado ni en el mercado monetario parecen haber
decidido convertirla en dólares.
A pesar de los miedos a que EEUU pueda realizar alguna
intervención para evitar la fortaleza del dólar, esto es harto improbable si
tenemos en cuenta que las exportaciones a Europa suponen solo un 5% de su PIB.
Ya no se trata de ventas masivas de inversores extranjeros que se deshacen de
sus posiciones en bonos periféricos europeos. Probablemente ya esté casi todo
vendido. Ni tampoco de bancos centrales que han dejado de diversificar
reservas, la caída de la divisa europea respecto al dólar podría ser más
pausada y llevada a cabo por instituciones europeas que utilizan su propia
moneda para hacer carry trade.
Y quizás sea este movimiento
de caída de la moneda única la que paradójicamente pueda darle posibilidades de
que siga existiendo en el futuro. Mas información en: www.eleconomista.es
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