domingo, 27 de mayo de 2012

PEDRO O JUDAS! TU DECIDE

Por Fabián Minier R.

“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. 1Jn. 2.1

Cuando realizamos un recorrido por la palabra de Dios, nos encontramos con grandes hombres que en un momento determinado de su vida, tuvieron que tomar grandes decisiones que afectaron directa o indirectamente su vida espiritual. Tal es el caso de Caín, Jacob, Moisés, David, Elías y muchos más. Pero se puede apreciar que el gran problema de estos hombres de Dios, no fue el hecho de haber ofendido a Dios lo que marco su vida, sino la decisión que tomaron para restaurar o hundir su vida espiritual.

En nuestro tiempo moderno, no estamos exentos de tener que enfrentar situaciones que pueden afectar positiva o negativamente nuestra vida espiritual y a pesar de las múltiples tentaciones que a diario nos enfrentamos, podemos confiar en las promesas de Dios, que son fieles y verdaderas.


Al final del ministerio de nuestro Señor Jesucristo en la tierra, podemos observar a dos personajes principales entre los apóstoles, que no resistieron la tentación del enemigo y le fallaron al Señor, uno entregándole para que lo mataran y otro negándole tres veces. Desde nuestro punto de vista como humano podríamos pensar que estos dos personajes no deberían de recibir perdón por tan horrendo pecado que habían cometido, sin embargo, el Señor Jesús fue muy enfático cuando afirmó que el único pecado que no se le perdonaba al ser humano era la blasfemia contra el Espíritu Santo (Lc. 12.10).

Cuando se analiza a Judas Iscariote nos encontramos que el Señor había dicho durante la cena: Mas he aquí, la mano del que me entrega está conmigo en la mesa (Lc.22.21). Después de haber dicho estas palabras más adelante en Lc. 22.47-53 Judas cumple lo que nuestro Señor Jesús había profetizado anteriormente. Este hecho había sido señalado ante en Sal. 41.9 que alguien, en quien el maestro confiaba era que lo iba a entregar y se puede notar que confiaba tanto en el, que era el que guardaba el bolso con el dinero, o sea, era el tesorero, a pesar de ser señalado como ladrón (Jn. 12.4-6). El pecado cometido por este ex apóstol, al entregar a Jesucristo en manos de los escribas y los fariseos para que estos lo mataran y que el mismo Señor había señalado que mejor le hubiera sido a este hombre no haber nacido, podemos notar que lo peor fue, la decisión que tomo después de cometer dicho pecado: quitarse la vida según Mt. 27. 3-10.

Por otro lado, nos encontramos con otro apóstol que también le falló a nuestro Señor Jesucristo, es el caso de Pedro al que le dijo que le iba a negar (Mr. 14.26-31), ante este anuncio, este apóstol un poco extrovertido, había confesado: Mi vida pondré por ti (Jn.13.37) y vemos como esa misma noche se cumplen las palabras de Jesús: Al gallo cantar dos veces, ya Pedro lo había negado tres en un tiempo relativamente corto. Cuando el apóstol Pedro escucho el ultimo canto del gallo recordó las palabras que el Señor Jesucristo le había dicho antes, y dice la palabra de Dios que saliendo fuera, lloro amargamente (Mt. 26.75)  por haber negado a su maestro. Este Siervo del Dios al fallar no se hundió totalmente en su llanto y se olvido del las promesas de Señor, sino que se reintegro al junto de los demás discípulos para esperar la resurrección de nuestro Señor Jesucristo y las promesas de partes de Dios para su pueblo (Jn. 21. 1-19).

Como podemos notar, aquí tenemos dos personajes que fueron testigos de todos los milagros y señales que el Señor Jesús hizo mientras anduvo con ellos en los tres años y medios de su ministerio en la tierra y que sin embargo fueron tentados por el enemigo y cayeron en dicha tentación, uno al reconocer que fallo, tomo la amarga decisión de quitarse vida, mientras el otro se humillo y lloro amargamente al reconocer que le falló a su amado maestro. 

Hoy en días, en muchas ocasiones le fallamos a nuestros Señor Jesucristo de diversas formas y/o maneras, tirando por el suelo ese maravilloso sacrificio que el realizó al morir por todos nosotros en la cruz del calvario, derramando su sangre inocente, ocupando el lugar que nos correspondía a nosotros. Allí él murió por todos los pecados de la humanidad.

En ocasiones, muchas personas cuando fallan al Señor, tienden a tomar la amarga decisión de quitarse la vida espiritualmente hablando, al irse al mundo, en vez de humillarse ante Dios, que es quien perdona y puede restaurar nuestra vida, sin importar la condición de pecado en la cual nos encontremos.  

Cuando pecamos antes Dios, tenemos dos decisiones que tomar: 1) Quitarnos la vida como hizo Judas Iscariote ó 2) humillarnos, llorando amargamente ante el Dios Todopoderoso por nuestro pecado, para que él tenga misericordia de nosotros y nos perdones, como hizo Pedro. Tú decide.

Nuestra exhortación va dirigida a que cuando sienta que le ha fallado a Dios, que tome la decisión correcta como la que tomo Pedro y te aferre a esa promesa que hace el Señor en 1Jn. 2.1 que si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Él fue quien llevo la carga de nuestros pecados en la cruz del calvario y es el único que tiene poder para perdonar todas nuestras transgresiones.

Dios te bendiga en gran manera.

1 comentario:

  1. Este articulo es muy interesante ya que nos indica la actitud que tomaron dos personajes biblicos en un momento crecial de su vida. Debe llamarnos a la reflexion el mismo para que tomemos la decision correcta en el momento correcto.

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